Cuando comenzó la pandemia imaginaba que iba a durar muy poco de hecho al principio me dio mucho gusto porque por fin iba a tener tiempo para descansar, convivir más con mi familia, estar más tiempo en casa.
Pero cuando pasaron semanas, me sentía desesperada sentía que mi vida se estaba desperdiciando ya que no podía salir con mis amigos, me ponía muy triste pensar que mi condición ya no iba hacer la misma, tenía miedo a que ya no volviera a jugar como antes, y empezaba a extrañar a mis alumnos.
Comenzaba a preocuparme por mis seres queridos, tenía mucho miedo que se fueran a contagiar y perderlos.
Con el paso del tiempo me di cuenta que solo me fijaba en lo que perdia y no valoraba lo que si tenia, a mi familia, era el tiempo para aprender más de ellos, esta pandemia unió mucho a mi familia, cada semana nos íbamos al rancho a quedarnos a dormir, veíamos películas, nos poníamos a jugar baraja, comíamos bombones quemados.
Y cuando al fin nos dieron la gran noticia que ya habían encontrado la vacuna, me puso muy feliz escuchar esto, por que así ya iba a poder ver a mis abuelitos, con mis amigos ya iba a poder salir, sentía que ya continuaria mi vida de antes.
Me hizo reflexionar mucho esta etapa,
cosas que nunca les daba importancia las empecé a valorar, como escuchar las historias que me contaban mis abuelitos de su infancia, también ir a la prepa, recuerdo que me enojaba mucho caminar hacia mi casa en la salida,por que tenía que ir a trabajar y sentía que se me hacía tarde, pero nunca me di cuenta que pasaba momentos muy divertidos durante el transcurso del camino, también en el basquet ver a tus amigos llegar a la cancha, saludarlos y jugar unas retas, al igual con mis alumnos en natación los abrazos que me daban, cuando me veían cansada o distraída.
Cada momento que pasaba día a día y no lo apreciaba. Me queda muy claro que uno nunca sabe lo que tiene hasta que siente que lo va perdiendo poco a poco .