Estás ahí y no sabes que lo estás, todo se vuelve lento a tu alrededor, sólo polvo, unos cuantos rayos de luz que dejan entrar las ramas de los arboles cuando el viento rosa en ellas y el sumbar de algunos insectos. Es increíble cuando tu mente sólo no da entrada a los ruidos fuertes y se concentra en otros muy bajos.
Todo lo blanco se pinta de rojo y solo tratas de pesar en que todo va a terminar para bien, piensas en aquellas personas que creían que todo estaba bien, y que merecían una explicación del por qué hoy tendrán que pasarla sin uno más, pero no puedes soportar tanto y dejarte destruir lento sólo por no dañar a unos que lidiarán con una pequeña distancia. Ahora todo es paz, calma, el ruido de las hojas que estremece el viento, todos los seres que ayudan a mantener el sueño y te otorgan imperturbabilidad, todas esas aves con un canto distinto como si comprendierán lo que pasa y tratan de despedir y crear la fantasía de que al final todo fue bueno. Los rayos del sol ya son de otro tono, un poco más ámbar, entonces tratas de no pensar en aquella falta que le harás a esos que no tienen mucha consciencia, a esos que solo esperan verte, que no imaginan no hacerlo y no entenderán el por qué de tu ausencia.
Ahora todo es paz, la paz que tanto necesitabas, no hay remordimiento, lo lograste, ese liquido que bombea el corazón ya ha alcanzado más que solo tu cuerpo y recorrió un largo tramo, entonces el pequeño reflector junto con todo el caos se apaga.