Mi pandemia oficialmente inició el 22 de marzo del 2020, cuando por órdenes urgentes nos mandaron ese domingo a las oficinas a recoger nuestros equipos para continuar nuestro trabajo desde casa. Recuerdo muy bien haberme encontrado a varios compañeros, todos consternados pues no sabíamos que se venía, dentro de mi escritorio yo dejé algunas cosas personales pues creía que el regreso a lo mucho iba a ser en un mes, pero esto nunca pasó.
Pasando el tiempo me comencé a acostumbrar de algunas comodidades del home office, dormir más tiempo, no gastar en transporte y más cosas, y sobre todo pasar tiempo con mi familia y sobre todo con mi hijo.
Llegaron tiempos difíciles, información incierta y eso me confundía demasiado, llegó la desesperación, desesperación de que todo fuera como antes, frustración, enojo porque por un virus perdimos a muchas personas importantes en nuestras vidas, la escuela y el trabajo se volvieron difíciles, era como estar y no estar, tener la mente en otro lado y haciendo las cosas solo por hacerlas, dejaron de llegar esas ganas, esa motivación, llegaron muchas preguntas sin respuestas.
En cambio, familiares y personas desesperadas, en donde los tanques de oxígenos faltaban y los hospitales estaban hasta el tope de ocupación, como un túnel en donde más y más pasaba el tiempo, más oscuro se volvía y no se miraba la salida.
Hoy agradezco tener a mi familia completa, y que mis cosas personales como la escuela y el trabajo poco a poco se han adaptado y hemos podido salir adelante.